jueves, 19 de noviembre de 2009

Audrey Hepburn, la princesa de un cuento de hadas.

Adoro a Audrey Hepburn, no sólo por su estilo propio, sino por la persona que fue y el gran legado que nos dejo, no sólo cinematográfico, sino también humano.
Para poner en situación a todo aquel que no la conozca, os haré una breve biografía de este ser extraordinario con cara de ángel.
Audrey nació en Bélgica, en 1929, en el seno de una familia aristocrática. Su madre, la baronesa Ella van Heemstra Hepburn-Ruston, fue quien siempre instigó a Audrey a alcanzar nuevas metas, educándola bajo una gran disciplina y ética, valores que la acompañarían a lo largo de su vida. Con su padre no tuvo mucha relación; después de la separación de sus padres cuando ella era una niña poco más supo de él. Este abandono le produjo una inseguridad que la marcaría para siempre. Cuando alcanzaba la edad de once años, los alemanes asaltaron la ciudad holandesa de Arnhem donde vivían. La experiencia de la guerra la hizo valorar la seguridad y la libertad, convirtiéndola en una persona fuerte y muy agradecida por todo lo que le vendría después.
Durante la guerra ella comenzó en serio sus estudios de ballet, que la ayudarían a ganarse diez centavos por lección dando clases. Al finalizar la guerra entró en la escuela de ballet Rambert, en Londres. Gracias a la danza aprendería todo lo que necesitaría saber sobre cómo triunfar en la vida.

A los 21 años, mientras trabajaba en Londres en musicales y cabarets, la guionista francesa Sidonie-Gabrielle Colette la elegió para el papel de Gigi en una comedia en Broadway. A su vez, el director William Wyler la escogió para el papel protagonista de Vacaciones en Roma. Aquí empezó su historia en el cine. Su enorme inseguridad y su afán por dar lo mejor de sí misma la llevaron a buscar su talismán para sentirse segura ante las cámaras: el vestuario. Una vez se enfundaba en el vestuario del personaje que tocaba interpretar Audrey se transformaba en ese personaje sin problema alguno.

Fue madre por primera vez a los 31 años. Con la llegada de su segundo hijo, Audrey decidió retirarse y dedicarse a su familia por completo. Amante de los animales, las flores, la naturaleza y la vida humana no dejó indiferente a nadie que la conociera. En 1988, a los cincuenta y nueve años, fue nombrada embajadora de Buena Voluntad de UNICEF en la misión más importante de su vida, la de recorrer el mundo para transmitir la necesidad de preocuparse por los niños más necesitados del mundo. Viajó a los países más necesitados para ser testigo directo de los problemas, haciendo un seguimiento del desarrollo e informando al resto del mundo, logrando aumentar la conciencia de muchos y recaudando fondos para la causa, llegando a duplicar los fondos recaudados durante sus años de trabajo en Unicef. Su último viaje fue a Somalia, en 1992, poco antes de que se le declarara un cáncer de colón terminal, que la hizo abandonar su actividad. Falleció en Suiza el 24 de enero de 1993.

En su curriculum norteamericano se cuentan 19 películas en cuarenta y dos años, entre las que destacan Vacaciones en Roma (1952, por la que recibió su primer Oscar a la mejor actriz), Sabrina (1954), Una cara con ángel (1957), Historia de una monja (1959), Desayuno con diamantes (1961), Sola en la oscuridad (1967), My Fair Lady (1964), Dos en la carretera (1967), Guerra y Paz, entre otras muchas. Su última actuación fue bajo la dirección de Steven Spielberg en Always (1989).

Os dejo algunos fragmentos para ver si despierto vuestra curiosidad por esta gran persona y actriz.

un saludo

Breakfast at Tiffany´s


My Fair Lady


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